Me voy de la Iglesia
La congregación “Presencia de Dios”, de la ciudad
argentina de Buenos Aires, es relativamente nueva pero se está extendiendo muy
rápidamente en cantidad de miembros. Bernardo Stamateas y su esposa son
psicólogos y le han impreso una especie de sello personal.
El tema que Stamateas encara en este trabajo
contiene aristas esenciales para tomar partido por el disenso o por el
consenso, según la óptica y rango espiritual desde el que se lo lea. En esta
sección, que generalmente utilizamos para confirmar enseñanzas brindadas, hoy
nos permitimos modificar levemente la rutina y el estilo.
Tomaremos lo que el autor señala de esta
problemática de manera correcta según la palabra, como Palabra Confirmada, pero no dejaremos pasar ninguna de las
expresiones de corte babilónicas, sin comentarlas debidamente, con la finalidad
de no confundir a nuestros lectores. Así comienza el texto fiel:
LOS 10 MOTIVOS PRINCIPALES POR LOS QUE LA GENTE SE CAMBIA A OTRA IGLESIA
Antes de entrar en lo que Bernardo Stamateas dice
al respecto, quiero puntualizar algo que hace ya muchos años que vengo
diciendo: en Argentina, (Y me atrevería a decir que en una gran parte del
planeta también), la iglesia del Señor ya no crece, sólo se desplaza.
Una de las grandes preocupaciones de los pastores y
de la Iglesia Cristiana en general es la cantidad de cristianos que van “de
iglesia en iglesia”. Durante muchos años, se ha sostenido un gran mito que en
éste artículo queremos destruir, el mito es el siguiente:
“ME ROBARON LAS OVEJAS”
Este es el gran mito que se sostiene dentro de las
iglesias: pensar que cuando un miembro se va a otra iglesia, es porque esta
otra congregación lo “robó” o lo “atrajo”. Sin embargo, como veremos, esto no
es verdad. Siempre que una persona cambia de lugar es porque siente un
malestar interior.
Siempre. Es muy difícil o es imposible que una
persona que se siente bien interiormente en un lugar, que se siente bien con
determinadas personas, se vaya a otro lugar. Es decir, una persona es “atraída”
por otro lugar, pero en realidad no es la atracción lo que la mueve hacia la
otra iglesia, sino el intento por resolver su malestar.
Echarle la culpa a otra iglesia de que “le robo un
miembro” es tan ridículo como aquellos que se separan e inmediatamente dicen
que fue porque “le hicieron un trabajo de brujería”, en vez de aceptar que el
matrimonio entró en crisis y que fue ese el disparador de la separación.
Lógico, es más fácil decir que “le hicieron un
trabajo de brujería” y que por eso el matrimonio se quebró. Cuando una persona
se va de la iglesia, el pastor comete un gran error, muchas veces, de vivir esa
salida como una traición que el hermano le hace al pastor y su bronca no
le permite analizar objetivamente “el malestar interior del que sufre“.
La primera conclusión a la que tenemos que llegar
-aunque sea dolorosa- es saber que siempre que alguien se va de nuestra
iglesia es porque ha habido un malestar interior que ha sido como un resorte,
un disparador, un impulsor, que lo llevó a buscar otro lugar.
Claro, es mas fácil decir “me robaron la oveja”,
porque esto calma la angustia y pone las culpas afuera, “el otro es el
culpable, no yo”. “El otro pastor”, “la otra iglesia”, la “ladrona”, la que
“sedujo”, la que “hipnotizó”:
“Yo, pastor y mi iglesia, no tenemos nada que ver.
Sencillamente ‘la oveja’ ha sido una pobre persona tonta, engañada y seducida
por un pastor perverso o por una iglesia”. Sin embargo, mientras sigamos pensando así, nunca entraremos en el
nivel de la excelencia.
La mayor parte de lo que se dice aquí es totalmente
cierto. Las causas que producen ese malestar serán ahora evaluadas, aunque
mucho me temo que no en su mayor gravitación, sino en los aspectos que se
pueden observar desde el plano en que están evaluadas.
Sólo una acotación: la gente se está yendo de las
congregaciones, de las denominaciones, de los templos, incluso si así se lo
toma, hasta del credo evangélico, pero no necesariamente de la iglesia.
Salvo que alguien todavía entienda que “iglesia” es
algo de esto que hemos mencionado y no el cúmulo de personas que han creído de
verdad en Jesucristo como Salvador y Señor de sus vidas.
Entonces, la primera pregunta que nos tenemos que
hacer es: Si un miembro o muchos se han ido de mi iglesia, es porque ha habido
un malestar. El otro gran mito que debemos desterrar, a mi entender, y que no sirve
es la famosa “carta de transferencia”.
Cuando una persona se va de la iglesia y se
solicita la carta a la iglesia de dónde salió, en esa carta se expresan.,
muchas veces, las broncas, las maldiciones, las frustraciones hacia el que se
fue. Otro aspecto interesante es ver pastores que se enojan cuando un miembro
de su iglesia se va a otra y se enojan, se molestan porque ha sido recibido en
otra congregación.
Esto también es estrictamente veraz. Personalmente,
tengo claro que el Señor nos ha sacado de Babilonia para servir en otro plano,
en otro nivel y dimensión. Sin embargo, de acuerdo a la opinión que algunos
pastores “importantes” de mi ciudad tienen de mí, es muy poco probable que, de
desearlo, tuviera acceso a otra congregación.
Se han equivocado muy feo, casi horrible se podría
decir, en cuanto al mandato (Si lo hay) y a la autoridad (Si les ha sido
concedida). Han llegado a creer que son los “dueños” de la iglesia y también de
la voluntad de Dios. Por tanto, admiten y expulsan conforme a lo que ellos
suponen o les parece. Dios se apiade de todos en el día del juicio.
Dicen: “Esa iglesia roba miembros”, “Tienen
gente de otro lugar”. ¡Hasta ahora no hemos encontrado NINGUNA iglesia que
no tenga miembros de otras iglesias! Diríamos: “el que esté sin miembros de
otra iglesia, que tire la primera Biblia”. A continuación voy a enumerar cuáles
son los malestares principales que hacen que una persona o un grupo entero
salgan de una congregación buscando otro lugar donde poder buscar más de Dios.
1. SE VAN PORQUE SUFREN MALTRATO.
El maltrato es principalmente emocional y
espiritual. Esto hace que una persona esté lastimada, dolida, rebajada,
descalificada, y eso es un motor que lo impulsa a buscar un lugar en el cual
encuentre buen trato. Cuando uno está en medio del océano, cualquier roca,
cualquier madera, o cualquier balsa sirve para la salvación. Veamos de dónde
puede provenir el maltrato:
a. Maltrato de los Pastores
El maltrato existe fundamentalmente en iglesias o
pastores que castigan cuando predican, que en sus mensajes destilan odio, ira,
resentimiento. Inmediatamente, cuando el pastor se entera que alguien tiene
algún problema, lo usa como una anécdota en sus mensajes.
Todo el mundo en la iglesia empieza a mirarse; ya
saben de quién se está hablando. Por un lado, el maltrato se ejerce a través de
las maldiciones: “Si te vas de acá… te va a ir mal”, “El que se va de acá,
lo voy a denunciar públicamente”. Por otro lado, el maltrato espiritual
está regido por la culpa, la manipulación y la descalificación. Gritarle al
miembro, humillarlo en público o en privado, descalificarlo en público, etc.
A estas expresiones las he oído yo mismo, por una
emisora de radio supuestamente cristiana, que es propiedad de una congregación,
también supuestamente cristiana, de boca de su propio pastor, supuestamente
cristiano aquí, en mi ciudad de residencia.
Ni quieras imaginarte algo que aquí, en texto
gráfico, no se puede mostrar: el tono de voz con que se dicen estas cosas. No
hace falta ni es necesario el menor grado de discernimiento para darse cuenta
el odio, el rencor y el resentimiento que se destilan en esas voces.
b. Maltrato de líderes
Hay líderes que maltratan a la gente, que creen que
son de su exclusividad. Dicen: “Vos sos de mi barca”, “Vos me perteneces”,
“Vos no podes consultar con nadie que no sea yo”, “Vos me tenés que pedir
permiso para ponerte de novio”.
Hay otra congregación aquí, en mi ciudad, que
funciona con el sistema de células caseras lideradas por terceras líneas que, a
su vez, dependen de otras superiores y éstas del pastor principal.
Hasta hace muy poco tiempo he recibido gente que
huía despavorida de ella por causas como las que se señalan aquí. Por motivos
que no interesan en este trabajo, yo estaba algo así como “prohibido” en esa
denominación.
Sin embargo, muchos de los líderes de esas células,
venían a la emisora de radio donde yo trabajaba a pedir consejo sobre como
conducirse con sus ovejas “privadas”. Tenían directivas que, en casos, los
movilizaba de tal manera que no vacilaban en concurrir a otros ministros a
buscar confirmación de ello.
Nadie quería intervenir porque hay una especie de
código de tono mafioso que dice que cada denominación hace lo que cree mejor y
que cada pastor es dueño de hacer lo que mejor le parezca en cada templo. Y la
gente está obligada a creer en lo mismo que cree su pastor, que no siempre es
lo que dice la Biblia al respecto.
Muchas de estas células, trabajaban estudiando
trabajos que sacaban de mis audios, los cuales venían a buscar, obviamente, a
escondidas de sus pastores. Los que se comportaban así, eran incapaces de
hacerse dueños de esa gente, pero los que no lo hacían, ni lo dudaban.
Conozco un caso: una hermana de esa congregación
fue engañada por su esposo, que finalmente se fue de la casa con su secretaria.
Cinco años después, esa mujer estaba prisionera de una célula que, ni la dejaba
salir, ni conocer a otra gente y, mucho menos volver a casarse, pese a que el
marido real había tramitado y obtenido el divorcio y se había casado con su
secretaria.
Uno de esos líderes me confesó, casi llorando, que
ellos no sabían muy bien que hacer con la vida de esa pobre mujer, pero que las
leyes de la denominación eran las leyes y había que cumplirlas porque de otro
modo se quedaban fuera.
La historia finalizó, como corresponde, con esa
mujer yéndose de esa congregación y también del Camino del Señor, ya que con
todo lo que le dijeron, le hicieron pensar que estaba cometiendo un horrible pecado
y que hiciera lo que hiciera, ya no tenía salvación.
No sé adonde está esa dama, hoy. Pero si anda por
allí sin saber que hacer con su vida, y sin atreverse a pedirle perdón a Dios
porque le han hecho creer que no será perdonada, le digo ya mismo: pide perdón
y regresa a los caminos de Dios, que no tienen absolutamente nada que ver con
esa gente ruin, cruel y malintencionada que has conocido.
c. De ujieres
Cuando una persona viene a la iglesia, la primera
cara visible es el ujier, que le da la bienvenida. Hay ujieres que
reciben a la gente con cara de limón o que se creen dueños. Dicen: “Acá no
te sientes”, “Andáte de acá”, “Váyase de acá”. Decepcionan a la gente con
miradas sospechosas las cuales hacen que las personas se sientan mal y se vayan
de la iglesia.
Es cierto, también lo he visto y vivido desde ambas
posiciones. Porque la que aquí no se menciona, es la que tiene que ver con el
tratamiento que se le otorga a la persona conocida o invitada por los pastores.
A ellos, generalmente estos ujieres los tratan con
almibaradas palabras y les dicen cosas tales como: “¡No se moleste, hermano,
siéntese aquí!” y sacan casi a empujones al que estaba sentado para dejarle
espacio a los “especiales”. Sólo una duda: ¿En que Biblia se habla de ujieres?
d. De otros miembros
Hay iglesias que tienen asambleas, reuniones, las
cuales se desarrollan bajo un “todos contra todos”. Existen discusiones,
chismeríos baratos, chismeríos caros, agresiones del uno hacia el otro, peleas
entre líderes. Esto hace que la gente se vaya.
Estuve quince años en una de esas. Solía decirse,
allí, en tono de broma que esa era la iglesia donde las mujeres oraban y los
hombres votaban. ¿Democracia? Discurso democrático. El funcionamiento, tan
autoritario como las demás.
La iglesia jamás aprobaba lo que le parecía mejor,
sino lo que el pastor y sus ayudantes se encargaban de hacer aprobar con
distintas técnicas de manipulación, apriete o sobornos. De todos modos, para
los reglamentos internos de la denominación, eso estaba bien y era suficiente
para darle marco legal.
e. De peleas entre pastores o entre líderes
Hay gente que se va, no porque ha sido lastimada
directamente, sino porque cuando mira a su alrededor ve líderes “enquistados”
que no quieren perder su “statu-quo”, su posición. Se pelean con otros
líderes, se critican. Vemos iglesias compuestas por equipos pastorales
divididos entre sí, líderes que dicen una cosa y el pastor dice otra.
Todo este nivel de maltrato emocional y espiritual,
hace que la gente se vaya. Sin lugar a dudas, cuando una persona es violentada
y maltratada y descubre otro lugar en donde es bien tratada, esa persona se
cambia de iglesia.
Esto último es, desde ya, bastante relativo y hasta
dudoso. Pero lo anterior es real. Con un agregado: en esas peleas “Inter.-líderes”,
la gente toma posición como si fuera un grupo de simpatizantes en un campo de
fútbol. Sólo le faltan las banderas y arrojarse objetos contundentes.
No está dicho aquí pero es también no menos cierto,
que cuando finaliza alguna de estas contiendas, el que resulta vencedor se
queda con la iglesia y es acompañado en “el ministerio” por aquellos que le
fueron fieles a la hora de la reyerta.
Es totalmente lógico que así sea, en ninguna
sociedad normal una administración humana podría conducirse si no se aceptaran
estas reglas de juego. Sólo que estamos hablando de la iglesia del Señor, y en
todas estas cosas, a Él no parece tenerlo presente nadie.
Preguntas para reflexionar:
¿Cuál es el nivel de maltrato que hay en mi
congregación, en mis líderes, entre la gente, entre los ujieres?
¿Cuál es la atmósfera que hay en mi congregación?
¿Hay una atmósfera de gozo, positiva, alegre, dinámica?
¿Felicito, aliento, reconozco y bendigo a la gente,
o la castigo?
¿Soy de señalar los pecados y de ponerme en juez o
soy un restaurador de vida, un motivador?
Estas preguntas insertadas al texto tienen un
calibre del nivel de las escuelitas dominicales, pero las he dejado, en primer
lugar, para respetar fielmente el texto y, en segundo término, porque puedes utilizarla
para una evaluación doméstica o regional.
2. SE VAN POR ESTAR EN UNA IGLESIA SIN PROPÓSITO.
Este segundo punto también es muy frecuente. Las
iglesias sin propósito están muertas y aburridas. En ellas, la gente va, escucha
mensajes que no le sirven para nada, que no tienen ninguna trascendencia en su
vida y se va.
La gran pregunta que al autor no se formula aquí,
pero que no podemos dejar pasar por alto nosotros, es: Si, en efecto, hay gente
que acude a esa clase de congregaciones que son reales y existen, sin dudas,
¿Para que siguen yendo? ¿Qué es lo que los hace seguir asistiendo a la más
triste de las nadas?
Generalmente, aquí es donde me suelen responder que
es porque entienden que necesitan congregarse y tratan de cumplimentar con ello
aún en esas condiciones. Perdón: ¿Alguien va a pretender que nos creamos que
CONGREGARSE conforme a la Biblia, es algo como lo que estamos describiendo?
En ellas son moneda común las discusiones
teológicas, las interminables enseñanzas “doctrinales” que no sirven para nada
en la práctica, las reuniones aburridas, con canciones aburridas, una adoración
depresiva, un pastor que pasa y dice: “Bueno, hoy somos poquitos, ¿dónde
estarán los demás?” y comienza a retar a los que vinieron por los que no
vinieron.
Cierto. También lo he visto y oído muchas veces.
Sólo una acotación: ¿Cuándo se habla de canciones aburridas y adoración
depresiva, se está hablando de falta de gozo o de música de mala calidad? No
conozco la respuesta, pero en esta área, la confusión es muy corriente.
Son iglesias sin propósito, en las cuales la gente
ofrenda y se pregunta: “¿A dónde irá a parar mi dinero, si esta iglesia no
hace nada?” Se enganchan en toda “propuesta espiritual nueva”, en toda “propuesta
alternativa nueva”, luego la cambian y pasan de una actividad a otra.
Yo también, durante muchos años, me preocupé por
saber adónde iba a parar mi dinero, ese que diezmaba y ofrendaba puntualmente
cada mes en mi congregación. Un día, el Señor me mostró que tanto diezmos como
ofrendas deben llevarse a los alfolíes, que son los lugares a donde está el alimento que necesitamos, y no
para obras humanas o enriquecimiento ilícito de personas. Discernir donde lo
llevamos y donde NO lo llevamos, es tarea de cada uno en comunión con el que
nos guía a toda verdad, el Espíritu Santo de Dios.
No tienen actividades dinámicas, con atractivo para
los jóvenes. Los miembros de estas iglesias son los que no invitan a nadie, a ningún
amigo, porque dicen: “Me da vergüenza invitar amigos míos a la iglesia
porque no entienden nada, porque se aburren o porque no les sirve”.
En primer término, debo confesar que no comparto
eso de fabricar en la iglesia cosas que signifiquen un “atractivo para los
jóvenes”. Mientras Satanás los empuja al infierno desde muy pequeños con los
duendes y las hadas, nosotros todavía andamos armando mesas de ping-pong porque
nuestros pastores pasaron sus reuniones de jóvenes sabatinas disfrutando con
eso. O aprendemos que este es otro tiempo o perdemos lo que tenemos.
Y si sentimos vergüenza de invitar a personas que
les interesa conocer más de Jesucristo a nuestra congregación, no es porque las
reuniones sean aburridas por falta de entretenimiento, sino porque no se habla
de ese Jesucristo al cual vienen a buscar los incrédulos, sino de lo bueno que
está haciendo la iglesia tal o cual en la sociedad secular. Y eso, a gente del
mundo, acostumbrada a promociones, autopromociones y discursos baratos, sí que
les aburre. Y mucho.
He sido testigo, por las naciones del mundo, de
iglesias que no tienen niños, que no tienen jóvenes, adolescentes, que apenas
tienen un grupo de ancianos y cuando uno les pregunta: “¿Qué actividades
atractivas desarrollan?”, no hay propósito, no hay nada.
Dicen: “Acá a la iglesia no venimos a
divertirnos, sino a buscar de Dios”. ¡Cómo si buscar de Dios y divertirse
fuesen dos cosas contradictorias! Dicen esto en vez de entender que el Reino es
una fiesta. Son iglesias sin objetivos.
Dicen: “Bueno, queremos ganar la ciudad, impactar
el barrio”, pero eso es mentira; es una teoría escrita en un papel de un
estatuto, porque en la práctica no hay movilización, no hay motivación, no hay
metas específicas escritas, ni hay grandes desafíos
Esto que Bernardo Stamateas describe con absoluta
fidelidad, no se encuadra precisamente en falta de propósitos, aunque también
los padezca, sino en lisa y llana falta de presencia del Señor en los cultos y
reuniones.
Una vez leí un libro cuyo autor hablaba de estas
cosas. Y en un momento dado, él escribe un absurdo que, si se entiende como
corresponde, golpea duro: Dice que hay iglesias tan bien organizadas, donde
todo funciona tan aceitadamente y de manera casi automática, que si un día Dios
se va de vacaciones, no se dan cuenta. Obviamente: el absurdo es que Dios se
vaya de vacaciones. Pero que no se den cuenta es muy probable….
. Los mensajes son largos, tediosos y aburridos. Muchas veces la
atmósfera espiritual se descubre midiendo la luz física. Cuando vayas a una
iglesia, mira la luz. La luz te va a indicar cómo es la luz espiritual que hay
dentro. ¡Hay iglesias que tienen dos lamparitas! ¡Todos están a oscuras! ¡Con
una música triste! Sin motivación.
El error con la música, parte de considerar a
cierto tipo de expresión musical como “música cristiana”. No existe tal cosa.
Antes eran los himnos, hoy son las baladas y las rítmicas que gustan en
nuestros países latinoamericanos. No le hace, son la misma cosa.
No existe ni la cumbia cristiana, ni el rock
cristiano, ni el tango cristiano. Todo tiene que ver con quien las componga.
¿Consideraremos cristiana una canción de Marcos Witt interpretada por un
cantante secular, alcohólico o drogadicto?
Hay música que sirve para fines cristianos porque
ha sido compuesta por autores creyentes genuinos. En la misma disquería puedes
hallar CD de personas que no son creyentes genuinos, sino oportunistas que han
visto un buen negocio en la discografía cristiana. Si ellos compusieron temas,
esos temas de ninguna manera pueden considerarse cristianos.
De otro modo, estaríamos incurriendo en el mismo
error que cometeríamos si tomáramos como cristiana a una música compuesta por
un autor alcohólico, adúltero, promiscuo y vicioso, simplemente porque la
interpreta un cantante cristiano confiable.
Claro, cuando estas personas descubren otro lugar
en el cual son motivadas, que hay propósito, que hay conquista, que hay
desafío, se van. Una iglesia con luz, con brillo, con alegría, atractiva, con mensajes
atractivos, con títulos atractivos es una iglesia poderosa.
Permíteme ser reiterativo en un concepto: estoy
convencido que una iglesia poderosa es aquella donde la presencia de Dios se
discierne, se percibe, se siente como un peso divino y majestuoso imposible de
evadir. Todo esto que aquí se menciona, es simplemente “puesta en escena”.
Válida en grado sumo, tal vez; pero puesta en escena al fin.
¿De qué le sirve a una persona que viene por
primera vez a nuestra iglesia a escuchar “El manto babilónico” o “El pecado de
Acán” cuando no sabe quién es Acán ni qué es el manto? En pleno verano dice “el
manto”, ¿Qué manto? O el mensaje “Las trompetas de Jericó”, cuando no sabe
dónde queda Jericó, cuando tiene que pagar los impuestos, cuando su mujer lo
abandono, cuando sus hijos están en el alcohol…
Si cualquiera de esos mensajes mencionados, es
predicado por un ministro genuino, levantado realmente por el Señor, y lo que
predica es palabra auténtica, sin humanismos de ninguna clase, esa persona
podrá no ser entretenida, pero será bendecida. Porque quien bendice es Dios
hablando por boca de sus ministros, no sus ministros.
Con respecto a sus problemas de vida cotidianos,
que son reales y muy concretos, tienen que ver indefectiblemente con sus
emociones, y estas, con su estado espiritual. Quien está espiritualmente vacío,
busca llenar su alma con cosas anímicas, y su vida con cosas materiales.
Recientemente, me decía una mujer que había estado
veinticinco años en una congregación de una denominación tradicional de las
iglesias evangélicas, había perdido su trabajo, había intentado suicidarse y su
hijo estaba en la droga. Me decía llorando: “Mis veinticinco años no me
aportaron nada… Yo necesito saber que Dios es algo más de lo que me enseñaron”.
Cierto lo que dice esta mujer. Hoy por hoy, en la
mayor parte de nuestras congregaciones se enseña un Dios muy diferente al de la
Biblia. Dicen que lo hacen por una razón de tiempos, ya que, - Aseguran -, la
Biblia se escribió hace mucho tiempo y hoy las cosas son distintas. ¿Tú te
crees esto?
Preguntas para reflexionar:
¿Mi iglesia tiene objetivos claros?
¿Hay propósitos y desafíos en nuestra congregación?
Hay metas grandes a coto y a largo plazo? ¿Estamos
logrando cosas?
¿Estamos generando una iglesia atractiva, dinámica,
alegre, moderna?
Cuando miramos los muebles que tenemos en la
congregación, ¿Son de hace treinta años atrás, con esas mantillas blancas, con
ese ropero que trajo un hermano porque en la casa no lo quería tener porque
estaba roto? ¿Hay luces tenues, o estamos creando una atmósfera atractiva?
El objetivo de la iglesia del Señor es extender el
Reino de Dios en la tierra. Cualquier otro objetivo, por mejor intencionado que
sea, es idea de hombre. El mayor desafío es conseguirlo, ya que cuando se
intenta esto, se vive en Guerra Espiritual sin cuartel.
Las metas, los logros, son técnicas gerenciales
utilizadas con mucho éxito en grandes y potentes empresas. Muchos ministros
optan por estas técnicas para la iglesia y consiguen con ello muchos éxitos
numéricos. Pero no es eso lo que Dios nos ha ordenado. El mundo debe copiar a
la iglesia, no a la inversa.
¿Qué es una iglesia atractiva? ¿Las tantas que
vemos muy bien iluminadas, coloridas, con tremendo movimiento en la plataforma,
música contagiosa, cuerpos muy profesionalizados de danzas y mensajes
destinados a las problemáticas del hombre moderno? Es probable. Sólo una duda:
¿Qué lugar ocupa la verdadera palabra de Dios en ese andamiaje? Otra duda: ¿Qué
registro habrá de ellas en el ámbito del Espíritu?
3. SE VAN PORQUE NO LOS DEJAN SERVIR Y DESARROLLAR SU DON
Hay personas que tienen un profundo deseo y una
santa insatisfacción de servir a Dios, de trabajar, de desarrollar su
potencial. Saben que Dios ha puesto dinamita dentro de ellos. Quieren servir en
la música, en las artes, en la evangelización, etc. Quieren servir con su
pasión.
La pasión es el motor motivador más poderoso que
existe; pero no los dejan trabajar… Dicen: “No, este ministerio ya está
completo” ¡Claro! ¡El ministerio de adoración quedó cerrado ya! Desde hace
muchos años… cuando la hermana Felicitas se hizo líder del ministerio y
solamente deja entrar a cinco o seis amigotas.
¡Claro! El líder Juancho que lidera evangelismo
hace cuarenta y tres años no deja ingresar a nadie…La gente que quiere trabajar
y servir, a veces siente que tiene un techo. Recientemente, me decía una
persona: “Pastor, yo estudié cine. Yo quiero poner mi don a disposición del
Señor. Pero me dijeron que el cine no era de Dios. Que acá no hay ministerio de
cine. Que si quería eso que fuera a la televisión, que ‘acá es una iglesia’”.
¿Cuánta gente quiere servir con su vocación, con su
pasión, pero no lo dejan trabajar? Todo es un techo. ¿Por qué? Porque muchas
veces, los pastores tienen miedo de levantar más pastores en su congregación.
Algunos líderes tienen miedo que les “hagan
sombra”. Esta es gente con baja estima, que siente que todo es competencia y
comparación. Los pastores se enojan porque se nombró a otro pastor y no a él.
Ese techo hace que llegue un momento en que la persona se va.
Existe un tremendo riesgo de confundir ministerios
y dones con talentos y vocaciones. Los ministerios, según Dios, son cinco
básicos. Hay pequeños anexos que van en conjunto, pero no se salen de su
jurisdicción.
Después existen determinados talentos que pueden
ser puestos, - Es verdad – al servicio de la obra del Señor, ya sea en
discipulado o en evangelización. Acepto que el cine y el teatro, así como las
artes y la música, pueden ser bien usados en estas áreas.
Sin embargo, es muy complicado, por no decir
imposible, pensar en el cine o el teatro a la hora de ministrar con unción
pastoral, profética o apostólica. Parecerían ser elementos aptos para el
evangelista o el maestro.
Y luego también conlleva el riesgo (Muy profuso) de
utilizar estos mal llamados “ministerios”, para poder acceder a disfrutar de
expresiones que enriquecen el ego, que como todos sabemos, es el epicentro
indiscutido de cualquier expresión artística.
Yo soy periodista, y cuando me hice miembro de mi
primera congregación, pensé que Dios iba a usarme grandemente en lo que eran
mis talentos profesionales. ¿Te asombrarás si te digo que durante más de cinco
años el Señor no me dejó ni siquiera hacer el boletín interno de esa pequeña
iglesia?
Un día, - Lo recuerdo muy bien -, me dije y le dije
al Señor en oración: ¡Está bien, Señor! ¡Si a ti no te interesa lo que yo puedo
aportarle a la iglesia, olvídalo! ¡Pero al menos déjame que me ofrezca para
barrer el templo o limpiar los cristales de las ventanas!
Yo no lo sabía, pero Dios estaba esperando ese
gesto mío de humildad, que era el equivalente a pasar todos mis probables
talentos naturales por la cruz de Cristo. Cuando hice eso, al mes siguiente,
todo empezó a cambiar y finalmente terminé en los medios de comunicación tal
como quería. Pero no haciendo lo que YO sabía hacer, sino sirviendo al Señor
con lo que EL me mandaba a hacer.
El otro asunto, el de los “propietarios” de los
ministerios, es más que real y ocurre con mayor frecuencia en las congregaciones
más conservadoras, ortodoxas y supuestamente democráticas. ¿Cómo se cambia
esto? No se si se atreverán, pero se cambia levantando a los ministerios a
gente que Dios haya levantado, y no a nuestros amigos o parientes.
Preguntas para reflexionar:
¿Estoy siendo un techo para los míos?
¿Estoy motivando a mi gente?
¿Estoy abriendo ministerios de acuerdo a su pasión?
Decía una persona: “Pastor, yo quería servir,
trabajar, abrir más reuniones, evangelizar, pero el pastor me decía que con la
reunión de los miércoles ya alcanzaba. No importaba que fuésemos cinco.
Entonces le propuse: ‘¿Por qué no abrimos los martes, los lunes, para captar
otro tipo de gente?´ Pero no. Yo le proponía ayunos, evangelismos, salidas,
pero él tenía el día de descanso, o la gente no podía o no me dejaban”.
Uno de los éxitos que nosotros hemos tenido aquí en
“Presencia de Dios” es que cuando la gente viene y recibe al Señor, vemos
cuál es su vocación, cuál es su pasión y sobre eso armamos un ministerio.
Coincido con Bernardo en cuanto a que como sistema
bien organizado, es correcto y mucho más limpio y bien intencionado que una
gran mayoría de lo que se ve por allí. En lo que lamentablemente no puedo
coincidir, aunque se me pueda tasar de fundamentalismo, es en que a un ministerio
no puede “armarlo” ningún hombre, ya que es Dios mismo quien lo otorga en
calidad de préstamo administrativo temporario.
Recientemente se han entregado al Señor muchos
artistas y hemos abierto un ministerio para ganar artistas. Se han convertido
gente de cine y hemos abierto un ministerio de cine. Chicas bailarinas se han
convertido y hemos abierto un ministerio de baile para poder ganar gente del
área de la coreografía, etc.
El testimonio concreto, (El cual no me consta, pero
no tengo por qué no entenderlo tal cual se lo cuenta), es indudablemente
positivo. Lo que no lo es tanto, son los riesgos que el propio líder suele
correr respecto a ello.
Hace no demasiado tiempo, en un reality de altísima
audiencia en mi país, se publicitó como el libro más leído por los
participantes en su permanencia aislada, a uno escrito por Stamateas. Esto fue
un excelente testimonio y una muy buena promoción de su ministerio y de su
congregación.
La prensa se hizo eco bastante profusamente del
tema, (Cosa no usual, ya que siempre solemos tenerla en contra), y llegó a
catalogar a Stamateas como “el gurú” (sic) del reality. Hasta aquí, impecable y
digno de cierto pequeño orgullo para el pueblo evangélico.
Sólo un pequeño problema. En medio de toda esta
buena promoción donde el pastor casi era como una especie de referente para
esos jóvenes, estos aparecieron jugando al juego de la copa y adelantando que
tenían intención e interés en jugar también con la tabla ouija.
Este es el indudable riesgo que se corre cuando se
ingresa en el ambiente de la farándula. Es altamente esotérico y las
“brujitas”, tarotistas y videntes están a la orden del día. Si vamos a
ministrar allí, vamos a tener que clarificar muy bien las cosas porque, de otro
modo, la confusión va a hacerse un “picnic” con todos nosotros.
En vez de ubicar a la gente en los ministerios
existentes tendríamos que abrirlos de acuerdo a los dones que van llegando,
dejarlos trabajar, nunca poner un techo a nadie. El crecimiento de uno es
el crecimiento de todos. Cuantos más pastores levantemos, cuanta más gente
levantemos, más éxito tendrá el Reino de Dios.
Esto es decididamente cierto. No es el único
Stamateas que tiene esta idea. He conocido a muchos pastores muy bien
intencionados que no sólo no desean frenar los dones de nadie, sino que desean
que se levanten muchos ministros para que el trabajo sea más liviano.
Sólo un problema, un pequeño detalle: ninguno de
ellos, (Ya sea por olvido, omisión o decisión consciente), resuelve dar un paso
al costado cuando ve a alguien con mayor unción y dones de Dios que ellos
mismos y dejarles su lugar. Mantienen su posición contra viento y marea. Que
haya todos los dones que se pueda, pero aquí sigo mandando yo, ¿Está claro?
4. SE VAN POR EL LEGALISMO
El legalismo mata, me consta. He sido testigo de
gente congregada en iglesias ultra legalistas que terminaron ahorcándose,
pegándose un tiro, envenenándose. Cuando una persona que lucha todos los días
para subsistir, para llevar adelante su hogar, para trabajar, para luchar en
medio de un trabajo con gente que quiere su puesto, que compite, llega encima a
una iglesia donde es retado, culpabilizado y acusado, no le queda más que
morir.
El legalismo te esclaviza, te pone cargas,
imperativos: “No se puede venir con pantalones, no te podes pintar, las mujeres
que no prediquen”. Culpas, todo es pecado: “Falta santidad, falta
unidad, no se puede jugar al fútbol, no se puede divertir”, ¡cuántos
ejemplos podríamos dar!
Te recomiendo que leas el libro que he escrito al
respecto sobre “el legalismo”. Hay gente que ha sido castrada en su espíritu
con una mentalidad de culpa y condenación. La culpa siempre te remite al
pasado: “Hay algunos pecados todavía que Dios no te ha perdonado”
.La condenación te remite al futuro: “Vos no mereces alcanzar los
sueños que Dios te dio”. Las personas viven tristes, amargadas,
apesadumbradas. Los legalistas son rígidos, cuestionadores, les encanta mirar y
analizar a las iglesias crecientes para sacar sus clásicas conclusiones:
“Más vale calidad que cantidad”, “El cementerio
también crece”, “La iglesia no es una bailanta, ni el pastor un payaso”, “El
infierno también va a estar lleno de incrédulos”, “Gracia barata”, “Falta de
ética” y un montón de estereotipos más que
lo único que hacen es tapar su rigidez mediante una “curita”, mediante
maquillaje para no mirar hacia adentro y descubrir que no pueden apedrear a
nadie, que tiene que soltar la piedra.
Esto es irreprochablemente así. Cuesta trabajo
creer que adentro de un salón que se autodenomina como “la iglesia del Señor”,
existan personas que, en el nombre de Dios, puedan estar empujando al suicidio
a alguien. Sin embargo es real.
Sin embargo, el consejo de Pablo no es inoportuno
cuando se dan estas alternativas. Porque dentro de la politiquería legalista de
estos amargados, ácidos, jamás felices, porque están viviendo por la ley y como
tal están bajo maldición, hay algunas expresiones que conviene tener en cuenta
para no caer en la extralimitación permisiva, que también es negativa.
¿Falta santidad? Si a la santidad se la toma como
formas externas, es legalismo puro. Si, en cambio, tiene que ver con la moral y
la vida de los hermanos, es lícito reclamarla. ¿Falta unidad? Obvio, no se
resuelve con veinte pastores tomando café, juntos, un día a la semana. La única
unidad posible, factible y apta, es la unidad en el Espíritu. Si no existe esta
última, también es lícito reclamarlo.
¿No se puede jugar al fútbol? ¿Cómo no se va a
poder jugar al deporte argentino por excelencia en el marco de una iglesia que
está fundamentada en argentinos? ¡Claro que se puede jugar al fútbol! Se pueden
organizar torneos, campeonatos o intervenir en otros. Lo que no puede hacerse,
es rotular a esa actividad como “ministerio”, cuidado.
Preguntas para reflexionar:
-¿Estoy Sano por dentro?
-¿Estoy Ministrando Legalismo en mi Iglesia?
Una vez me preguntaron cuál era el requisito más
importante para interpretar la Biblia. Sin pensarlo dije: “Salud emocional y
espiritual”. Porque cuando fuiste violado y no estás sano, cuando fuiste
abandonado, cuando tuviste un papá que te golpeaba, cuando te criaste bajo el
brazo del imperativo, si no estás sano, vas a lastimar a otros y vas a
interpretar la Biblia desde tu dolor y odio: el herido siempre hiere, el
rechazado rechaza, el reprimido, condena.
El más moral a veces es el más inmoral. ¿Cuántos
ejemplos tuvimos de grandes predicadores que hablaban de santidad y acusaban el
usar pantalones, pero se deleitaban en los placeres más perversos a nivel
sexual?
Total y absolutamente cierto. Así ha sucedido en
muchos lugares y ha producido que muchos se fueran huyendo de esos lugares,
pensando que las cosas de Dios serían muy buenas, pero que con esos locos
depravados no querían saber más nada.
Sin embargo, a esto que el pastor Stamateas pinta
con certeza, habría que adosarle otro aspecto que también es altamente
necesario: ser llenos del Espíritu Santo. Y no estoy refiriéndome a hablar en
lenguas, temblequear en el suelo o caer en éxtasis nebulosos. Estoy hablando de
tener una certeza y una convicción interior capaz de limpiarnos de toda
impureza.
Las preguntas que el autor del trabajo formula a
continuación son válidas por dos motivos esenciales: 1) Porque son necesarias
en grado sumo en lo que es la iglesia de hoy, huérfana de presencia de Dios y
poder del Espíritu Santo. 2) Por su propia especialidad profesional puesta al
servicio de la congregación.
Preguntas para reflexionar:
-¿Fui Ministrado en Sanidad Interior?, ¿Se Ministra
Sanidad Interior en mi Iglesia?
-¿Se Vive en mi Iglesia una Atmósfera de Paz, de
Perdón Divino, de Gracia de Bendición?
Siempre el legalista interpreta gracia, libertad y
bendición como el polo opuesto: el libertinaje. Dicen: “Claro, ahí aceptan a
cualquiera…”
Hace un tiempo me decía con orgullo un pastor
legalista: “En mi iglesia no hay ningún divorciado” y le dije: “¿Cómo
hiciste?” “Los echo a todos”, contestó…
A esto lo he visto personalmente en cierta y
determinada denominación que se precia de ser implacable con este asunto. Es
verdad, en ella no asisten divorciados porque se los expulsa. ¿Motivos? Para
que nadie tome ejemplo de ellos y los imite.
¿Está bien? No, pero convengamos que en muchos
casos, los hermanos se manejan así con la mejor de las intenciones. Que no deja
de producir resultados, ya que nadie se divorcia allí. Eso sí; al adulterio no
lo han podido erradicar. Nadie descubre a los adúlteros. Y mucho menos si se
trata de líderes prestigiosos.
Un nuevo sistema del legalismo que ha crecido en
los últimos años afirma que el que no está en una barca o en una célula no
puede permanecer al ministerio. Una presión permanente: «multiplícate y gana
gente». Utilizando rígidamente materiales que el que no lo sigue queda
descartado.
Nuevamente vemos que hasta las cosas buenas hechas
un ritual y una obligación pasan a ser malas. Nos han llegado testimonios de
cientos de personas de todo el mundo que avalan esta afirmación.
El sistema de “barcas” o células ha pululado por
todo lo largo y ancho del planeta cristiano. Seguramente ha sido la visión que
Dios le dio a alguien en algún lugar, pero eso no significa que el método tenga
que dar resultados positivos en todas partes, o que se tome como un “ábrete
sésamo” de conversiones o crecimiento.
En otros sitios, el sistema radica en discipulados
de pequeños grupos. Un discipulador y varios discipulados. En la teoría, un
método que permite un crecimiento constante y real. En la práctica, verdaderas
batallas campales “santas” por un discípulo.
5. SE VAN POR ESTAR EN IGLESIAS ALMÁTICAS
El alma es la suma de la mente, la voluntad y la
emoción. Hoy estoy convencido que una de las razones principales por la que
muchas iglesias no crecen, es porque son almáticas. ¿Qué es ser almático?
Es un vínculo pegoteado, pegajoso, intenso, simbiótico.
Sucede en el “amiguismo”: un amigo te lo elegís
vos, pero un hermano te lo elige Dios. El vínculo del alma, que tanto hemos
desarrollado en nuestros libros, hace que se armen grupos cerrados: “Vos sos
mi amigo, vamos a comer juntos, trabajamos, juntos salimos, juntos nos vamos de
vacaciones…”
Así se aman, hasta que se pelean y así se odian.
Son los “Montesco” y los “Capuleto”. Son esas familias que gobiernan las
iglesias de grandes apellidos y múltiples miembros. Son esas tres o cuatro
familias tal vez, en una iglesia de ochenta miembros las que no dejan que entre
gente nueva, aunque llorando claman en oración: “¡Padre queremos un
avivamiento!” Su espíritu dice: “No queremos a nadie porque queremos
manejar nosotros la situación”.
Lo almático es siempre manipulador. Mis vínculos
con la gente no tienen que ser del alma, sino del espíritu. A mí lo que me une
no es el afecto, es un propósito de Dios: la sangre de Cristo que nos ha unido
para traer salvación a la tierra.
Eso no quiere decir que en el vínculo del espíritu
no haya afecto. Hay algo más poderoso que el afecto, que es la sangre de
Cristo. Nos amamos y entre nosotros nos perdonamos, porque hay algo más grande
que el afecto: una misión que tenemos que cumplir.
Hace un tiempo me decía un hermano: “Pastor, yo
me voy de acá porque no puedo ir a comer asado con vos. Y yo vengo de una
iglesia donde íbamos a comer asado con el pastor todo los sábados. Y a mí lo
que más me interesa es estar cerca del pastor comiendo un asado” Así que lo
bendije y pensé: “Pobre persona. Nunca será usada en altos niveles de
unción, por ser almático”.
La gente con vínculo almático se queda al lado de
los pastores. Dice: “Yo soy la mano derecha del pastor”. Se sienten
“VIP”. “¡Uy! el pastor me tocó, vi la unción”, sencillamente porque
nunca tuvieron papá o mamá, entonces buscan satisfacer esa carencia afectiva
con el pastor de turno que les toca.
Las relaciones almáticas hacen que una familia o un
matrimonio tomen control y gobierno de las actividades, del pastor, de todo y
no dejan que nadie nuevo ingrese. Hay familias, clanes, que se mueven
simbióticamente. En general familias numerosas de muchos años de tradición
evangélica que toman, generación tras generación, el control de la iglesia o de
las instituciones.
Leí que Mahatma Gandhi fue a una iglesia bautista
en la India, pero por no ser blanco lo echaron de ella. ¡La cristiandad se
perdió uno de los hombres más poderosos que si hubiese recibido a Cristo podría
haber llegado a cambiar la historia de la India con el mensaje de salvación! ¿Y
por qué? Porque un grupo de personas no lo aceptaron.
Tal como Bernardo Stamateas lo expone aquí, resulta
indiscutible. Esto que él consigna y puntualiza, es total y absolutamente real
y podemos verlo en muchas congregaciones, tanto sea pequeñas como voluminosas.
Pero no es lo único. Yo tengo la certeza total que,
en estos tiempos, las iglesias evangélicas son, mayoritariamente, ministradoras
de almas. Trabajan con las emociones, con la voluntad, con los sentimientos,
con los afectos y con la mente en general. Lo que está ausente de ellas es lo
espiritual.
Entonces, a los pastores, se los evalúa y se los
mide conforme a sus capacidades estrategas para mantener el poder en contra de
todas las oposiciones que se le presenten. En algunos lugares, a eso se lo ha
denominado como “política cristiana”. Para mí, sigue siendo politiquería
religiosa.
6. SE VAN POR LA FALTA DE INTERÉS EN LA GENTE QUE
SE CONGREGA
Otro motivo que he observado es que hay gente que
va a una iglesia y nadie la saluda, nadie la discipula, nadie se interesa por
ella. Se los saluda y motiva un poco, pero no hay un entrenamiento, una
formación, una paternidad espiritual apostólica, un liderazgo sobre esas
personas.
Si vienen, bien y si no vienen, también. Si se van,
el pastor argumenta: “Estaban con nosotros pero no eran de nosotros. Así
que, como es débil en la fe, algún pecado tendrá…” En vez de darse cuenta
que no hubo entrenamiento, formación, interés, amor verdadero por la gente.
Porque no les interesa saber de sus hijos hoy la
gente sufre el síndrome de abandono y lo conocemos como el “síndrome de la
llave”: chicos adolescentes que se levantan con la llave colgada. Cuando se van
de la casa están solos. Cuando regresan del colegio, están solos. Están solos
mirando Internet, horas.
Luego viendo televisión. Solos chateando. Solos
crecen. No pueden compartir con sus hijos, sus nietos, y mueren solos. Esa
gente es la que llega a nuestras congregaciones, donde se siguen sintiendo
solos. No hay nadie para discipularlos, desafiarlos, amarlos. Cuando se van,
recién ahí los llama todo el mundo:
“¡No te vayas!, ¡Te queremos!, ¡Ven!” Porque irse es como una herida narcisista a la
iglesia, sin embargo no hay una profunda reflexión sobre ellos. Se fue porque
el malestar generado en su interior, el abandono espiritual, hizo que se vaya.
Sin menoscabo de lo escrito, tengo dos experiencias
personales para compartir. Una, en una jornada bajo la ministración del pastor
Claudio Freidzon en 1992. La otra, tres años más tarde en una presentación de
Marcos Witt.
En la primera, estuve nueve horas en un gimnasio
cubierto y en ningún momento experimenté cansancio, aburrimiento u otra
sensación similar. En la segunda, lo experimentado fue lo mismo aunque por un
tiempo algo menor: seis horas. Y en esta última, sin sentarme. Y no tenía ni
tengo veinte años.
¿Qué quiero significar con esto? Que además de lo
que el texto dice con respecto al recibimiento de los hermanos y la
“contención” que ellos puedan brindar a los recién llegados, si en el lugar hay
unción del Espíritu Santo y presencia del Dios de todo poder, lo que tú tienes
a tu alrededor, es lo de menos.
Tú recibes eso, te llenas con eso y, así cuando
todo termina nadie te venga a saludar, si mañana esa reunión se repite, tu
vuelves, y vuelves, y vuelves. Y todo esto al margen, claro está, en lo que hoy
puedan estar haciendo estos dos hombres, no lo sé. Pero no le hace, en su
momento fueron usados grandemente.
Preguntas para reflexionar:
-¿Amamos a la Gente?
-¿Seguimos a la Gente?
-¿Nos Interesamos por Ellos?
-¿Le Ponemos a la Gente Padres y Madres Espirituales, bajo un Ministerio Apostólico, con Cuidado Paternal para Formarla, Entrenarla, Seguirla, Discipularla?
7. SE VAN PORQUE HAN SIDO “DISCIPLINADOS” (LEASE
“CADENA PERPETUA”)
Hay gente que ha cometido errores y fueron
disciplinados. Pero quiero referirme en este punto a gente que ha cometido
errores, ha pecado, pero se ha arrepentido. Ha reconocido de corazón su error y
su pecado. Sin embargo, le ha caído la disciplina con cadena perpetua. Gente a
la que se la ha disciplinado por cinco años.
Contaba una persona que cuando se fue a casar, fue
en bicicleta a la iglesia y el pastor el mismo día que los casó ¡Los disciplinó
por haber venido en bicicleta! Disciplinas estúpidas, ridículas, sin sentido,
locas.
Chicas que tuvieron relaciones sexuales
prematrimoniales y no se pudieron casar de blanco, o en la iglesia, por su
pecado, aún cuando la pareja se había arrepentido y había pedido perdón al
Señor. Pero parece que el hombre no perdona…
En la que fuera una de mis congregaciones, una de
las jóvenes que ministraba en la banda de música de alabanza y adoración, un
buen día, apareció con un embarazo de largos cuatro meses. Su novio era un
muchacho de otra congregación. La iglesia decidió una disciplina. Yo formé parte
de ella porque en ese tiempo estaba dentro del staff ministerial como maestro.
Recuerdo todavía las largas sesiones en las que se
debatía los alcances de su pecado y las penas disciplinarias que deberíamos
propinarles. Había momentos en que calculo que el Sanedrín con Jesús hubiera
parecido una monada comparado con esto.
Hasta que un día no soporté más ese rol de duros y
severos censores y pregunté: “Hermanos…¿Qué estamos disciplinando, fornicación
o embarazo?” - ¡¡Fornicación!!, me respondió un coro donde creo que estaban
presentes Anás y Caifás y sus familias.
¿Están seguros?, repetí. ¿Ustedes pueden asegurarme
que en este momento, estos chicos son los únicos que están en pecado de
fornicación en toda la congregación? – Se miraron entre ellos y algunos
dijeron: Hermano…aquí no tenemos dudas, ¿No le parece? En los demás no sabemos…
Claro: no lo saben porque aún no hay una panza
creciendo, ¿Verdad? Entonces, por favor, hermanos amados, seamos sinceros y no
hagamos más hipocresía. Estamos disciplinando el vientre inflado de la
hermanita, no su lógica fornicación anterior. Porque no tenemos discernimiento
para asegurar que este es el único caso.
La disciplina de la muchacha y su novio se
completó. Sin mí, obviamente. Por disposición nunca se supo bien de quien, en
las siguientes reuniones no fui citado ni convocado. Debería haberme dado
cuenta que estaba viviendo en Babilonia, pero aún estaba ciego. Y eso, claro
está, sin justificar de ninguna manera la fornicación, sino la soberbia de la
disciplina y los disciplinadores.
Pregunta para reflexionar:
-¿Somos Restauradores o Condenadores?
Disciplinas con tiempo; por diez o veinte años.
Peor aún: barcas de disciplinados donde todos debían estar juntos. Me decía una
persona: “La gente entraba a la iglesia y veía “la barca de los condenados a
cadena perpetua”. Estábamos estigmatizados” “¿Qué pecado habrán hecho?”,
la gente se preguntaba queriendo averiguar. Por el contrario, la disciplina
es siempre restauradora, motivadora y privada.
No se puede disciplinar a quien no reconoce su
pecado pero se puede disciplinar -léase ayudar, restaurar, bendecir- no
con una fecha de tiempo, sentándolo en la última silla o privándolo de la
última cena, sino mediante un perdón de Dios y un acompañamiento para la
madurez y el amor hacia esa persona.
Esto es decididamente así, tal como bien lo pinta
Stamateas. Es como si la palabra de “las cosas viejas pasaron, he aquí todas
son hechas nuevas”, estuviera escrita en el Corán y no en la Biblia. Hay gente
que se especializa, adentro de los templos, en recordarles el feo pasado a
aquellos que lo tuvieron y creían haber sido perdonados por Dios…
8. SE VAN POR BUROCRACIA
Existen iglesias llenas de estatutos, formalidades.
Para bautizarse hay que hacer un curso de meses, para tomar la santa cena hay
que hacer otro tanto. Estatutos, leyes, diáconos, ancianos, padres de ancianos,
presidentes, pro-tesoreros, juntas, asambleas, padres de diáconos, sobrinos de
diáconos… burocracia, asamblea donde se discute todo.
“Felipe…¿Qué impide que yo sea bautizado ahora
mismo?” – Esa fue la pregunta del etíope. ¿Y que respondió Felipe? ¿Acaso le
dijo que no podía bautizarlo hasta que no aprobara el cursillo o diera muestras
de entender su significado?
“Haced esto en memoria de mí”…dijo Jesús con
respecto a lo que luego implementaríamos como la Santa Cena. ¿Acaso dijo “haced
esto LOS BAUTIZADOS?” No. Él no discriminó, como tampoco lo hizo Juan el
Bautista en el río. ¿Entonces? Burocracia. ¿O debería decir Legalismo?
Entran cinco, salen tres. “Moción de uno,
aprobación de otro”. Entonces, la persona se siente atrapada en un montón de
comisiones y reuniones inútiles, estructuras, y se va porque Dios nos ha hecho
libres.
Un predicador que alguna vez escuché, decía una vez
algo muy contundente respecto a estas cosas. Él aseguraba que no había salido
de la esclavitud del pecado el día de su conversión, para caer en la esclavitud
de la politiquería religiosa. ¡Cuánta verdad!
Por supuesto, tenemos que tener una organización
pero esta no debe matar al organismo. Dice Lucas Márquez que el organismo es
algo vivo, la organización es un sistema donde el foco no es la vida, sino
cumplir las reglas.
Correcto lo que dice Lucas Márquez. Sólo habría que
añadirle a modo de corolario, algo que es esencial. Necesitamos la unción del
Espíritu Santo para ministrar. Y Dios no unge jamás organizaciones, unge
personas, organismos vivos…
El foco no es la gente sino la estructura. Pero
Dios levantará iglesias organismo donde el foco no será la estructura sino la
gente. En suma: ¡simplifica! Saca las reuniones inútiles, elimina lo que no
sirve, saca la presidencia, pro presidente, diácono superior, súper tesorero,
etc. Elimina, simplifica, porque los primeros cristianos se juntaban con
alegría y sencillez de corazón y las multitudes venían a Cristo.
La pregunta que nos tenemos que hacer, querido
colega, es:
-¿He Simplificado al Máximo la Estructura de mi Iglesia para que la Gente pueda Bautizarse cuando quiera y pueda servir donde quiera?
9. SE VAN POR PASTORES SIN COMPROMISO
Mucha gente nos ha manifestado que se va de la
iglesia porque el pastor no tiene compromiso: el lunes es el día pastoral, el
martes a las tres de la tarde está tomando mate en la puerta de la iglesia, el
miércoles hace una visita a las seis de la tarde, el jueves lo dedica para orar
y el viernes para pasear.
Gente que ve pastores que no tienen vida
espiritual, que son títeres de la congregación, son asalariados: van cumplen un
horario, se van, no están motivados, no hay un compromiso genuino por traer un
avivamiento, cumplen formalmente, son empleados de la iglesia, hacen lo que la
gente les dice.
No marca la visión, no es padre espiritual, sino sencillamente un empleado que como nadie le controla ni le vigila, en general pasa más durmiendo que trabajando.
No marca la visión, no es padre espiritual, sino sencillamente un empleado que como nadie le controla ni le vigila, en general pasa más durmiendo que trabajando.
Son las personas que dicen: “Estoy estresado”.
“Necesito veinte días de vacaciones”, cuando tienen menos de cien o
doscientas personas. Permanentemente hablan del estrés, del agotamiento
emocional, de que “no dan a abasto”.
Llenan sus agendas de papeles y de reuniones sin
sentido. Cuando tienen que dar un informe, anotan hasta el folletito que le
dieron al de la esquina y cuando uno lee esos informes parecería una iglesia
poderosa que está invadiendo la ciudad, pero en la práctica no pasa nada.
Está comprobado que la gente exitosa trabaja más
que la gente común. Pero no es trabajar más, sino más inteligentemente. Tener
un compromiso con lo que Dios nos ha llamado a hacer. La gente debe ver en el
pastor y la pastora el modelo de gente comprometida trabajando de lunes a lunes
para la extensión del Reino de Dios.
No voy a comentar este párrafo porque el pastor
Stamateas delinea con mucho criterio lo que, a su juicio, debe ser la figura
básica del pastor. Conforme a los rudimentos con los que la iglesia clásica se
conduce, podríamos asegurar que lo que él señala aquí, es correcto y claro.
Sin embargo, tengo un pequeño inconveniente que no
me permite terminar de avalar todo esto. Ese pequeño inconveniente radica en
que bíblicamente, la figura del pastor tal como lo conocemos, no existe. Las
organizaciones y estructuras evangélicas lo han creado así y así lo siguen
sosteniendo. No le hace. El catolicismo también sostiene a su Papa…
Preguntas para reflexionar:
-¿Soy un Pastor Comprometido?
-¿Estoy Trabajando a Tiempo y Fuera de tiempo?
10. SE VAN POR EL PECADO PASTORAL
Mucha de la gente que se retira de sus iglesias es
por haber visto, comprobado y descubierto la doble vida de sus pastores.
Descubren que quien debería presentar un modelo y ejemplo de la predicación y
compromiso en Cristo, tiene una amante, sale con la secretaria, es el único que
prospera, tiene su coche cero kilómetro, su casa en Punta del Este y un nivel
de prosperidad por pedir, pedir y pedir.
La gente se pregunta: “¿Qué sucede aquí? ¿De
dónde sacó ese dinero?” Cuando descubren que el pastor predica una cosa y
vive otra (una vida de engaño), la desilusión es tan grande que la gente
directamente se aparta. Luego hace el recorrido de tres o cuatro iglesias hasta
poder encontrar ese lugar donde respira un poco de paz.
Esto, en un principio global, tiene visos de
auténtica realidad. No se trata de resentimientos personales del pastor
Stamateas ni míos, se trata de que en muchos casos, - Efectivamente -, alguien
se va de una congregación por causas como las citadas.
Pero aquí es, sin embargo, donde mi disidencia
anterior se fortalece con argumento básico. Si alguien se va de una
congregación a otra, de un templo a otro, de una denominación a otra, de un
credo al otro, sencillamente porque la ha decepcionado un hombre, permítanme
decirles que esa persona no entendió jamás nunca absolutamente nada del
evangelio.
Nuestro modelo es Cristo. Él es el invisible al
cual debemos mirar cuando las cosas no salen como pensábamos. Si tomamos
modelos humanos, cosecharemos resultados humanos. Si nuestra guía eclesiástica
es el alma (Lo enseña el mismo Stamateas), nuestros resultados serán almáticos.
Y cambiarse de una iglesia a otra por causa de su pastor, es algo decididamente
almático y en absoluto espiritual.
En cuanto a lo dicho aquí como “respirar paz”, es
cierto tanto en lo simbólico como en lo literal. En lo simbólico, déjame
decirte que tiene que ver con lo que pasa en tu hombre interior, nada que ver
con expresiones eclesiásticas externas. En lo literal, todo es cuestión
edilicia.
Tú ya has visto que los templos y catedrales
católicas romanas están construidas de tal modo que, mayoritariamente, sus
interiores siempre son frescos, agradables y acogedores. De experimentar esto a
tomarlo como manifestación de paz, hay un paso. Por tanto, si bien es valioso
que alguien se sienta en paz, no es lo prioritario. Lo prioritario es, en todo
caso, que haya realmente presencia de Dios en un lugar donde se dice adorarlo.
Preguntas para reflexionar:
-¿Soy de una Sola Pieza?
-¿Predico lo que Vivo o Vivo lo que Predico?
-¿Hay Santidad en mi Vida?
-¿Deseo el avance, Crecimiento y Desarrollo de mi Gente o hay Motivaciones espurias, carnales?
Son esos pastores e iglesias que de lo único que
hablan es de prosperidad -léase dinero, dar, dar y dar-. La iglesia no
ve proyectos nuevos, ideas, arreglos, nada. Parece que el dinero va a un barril
sin fondo. Y, efectivamente, va a un bolsillo sin fondo. Cuando una
persona está bajo una cobertura que está en pecado, ese pecado baja y afecta a
toda la congregación.
Con la nobleza que obliga esta tarea de servicio al
Señor, debo decirte que esta última aseveración, pese a ser lo que se enseña
oficialmente en todas las iglesias evangélicas, no tiene ningún sustento
bíblico.
Cuando la Biblia habla de “cobertura”, siempre se
refiere al cabello de la mujer, jamás a un hombre brindándosela a otro. Lo que
la iglesia evangélica ha determinado como cobertura, generalmente se trata
meramente de un control. De allí que, cuando alguien te pregunta quien es tu
cobertura, lo que en realidad desea saber es quien te controla.
Se asegura que los hombres, sin una cobertura o
control de sus actos ministeriales, pueden ser víctimas de la corrupción y, con
ella, arrastrar a muchos inocentes. Ni lo dudes. Es lo que está ocurriendo en
el 80 por ciento de las iglesias, aunque estén bajo la cobertura que se te
ocurra…
Existirían muchos más motivos; tendría que nombrar
a la gente rebelde que no puede estar bajo autoridad. Son personas que no
cambian de iglesia en realidad, más bien las recorren. Son los mínimos. Son los
itinerantes.
Son los rebeldes que no se sujetan a nadie y a
nada. Los “evangelistas itinerantes”, los “profetas itinerantes”, los “pastores
sin miembros”. Los líderes que recorren las iglesias buscando un puesto y un
lugar, o metiendo división.
Esto también es absolutamente cierto. Los he visto.
Pero para evitar confusiones y errores tan remanidos y clásicos, habrá que
aclarar que, cuando el pastor Stamateas habla de estar bajo autoridad, él se
refiere a la autoridad oficial y reconocida eclesiásticamente mediante
nombramientos, ordenaciones y credenciales.
Es una forma de ver este asunto que no puede ser
discutida bajo la lupa de las organizaciones. Pero lo cierto e indiscutible es
que, autoridad, es aquello que ha sido enviado verdaderamente por el Señor a
hacer una tarea, que no siempre coincide con lo que los hombres determinan como
tales.
Para terminar, estos son algunos de los diez
motivos principales por los cuáles la gente se va de las iglesias. Habrá muchos
más, por supuesto. Según lo que he podido observar, una persona cambia de
iglesia una a tres veces y luego se aparta, cuando ese recorrido le hace ir a
una iglesia y luego a otra y luego a otra en la que se vuelve a generar otro
malestar.
Entre una y tres veces y luego la persona se
aparta. No quiere saber más nada. Ahí entran los miles y miles de nuestra
querida Argentina que no se congregan. Leen los periódicos cristianos, escuchan
las radios cristianas, siguen por Internet los cultos pero no quieren estar en
ningún lugar más.
Quiero ser claro: si alguien que va a una iglesia
tiene un problema, más o menos grave, que lo decide a irse de allí, y por esa
causa se aparta del Camino del Señor y retorna al mundo secular y al pecado,
permíteme decirte, que esa persona jamás se convirtió de verdad.
He visto a muchos “apartados” de las
congregaciones, pero una enorme mayoría de ellos procura, como puede y sabe,
mantenerse en su fe real e intentar llevarla adelante sin los convencionalismos
eclesiásticos acostumbrados.
He viajado por todo el país más de una vez y por
otros continentes. Nos hemos encontrado con miles de apartados. Gente que ha
sido lastimada reiteradas veces. Siempre, en “Presencia de Dios” pensamos
en soluciones. Por ello creo que debemos tener en cuenta lo siguiente para
evitar que la gente se vaya de la iglesia:
Dos soluciones prácticas:
1- Tener una profunda revisión de los modelos de la
iglesia. Una iglesia contenedora, amplia, maravillosa, de bendición. Atractiva,
moderna, eficaz, con mensajes poderosos en revelación, prácticos y atractivos.
Multifuncional, con múltiples actividades como lo
que hemos desarrollado. Ver que cada persona que se va es una fuente de
aprendizaje para reparar lo que estamos haciendo mal (10 causas).
Dentro de lo que son las iglesias evangélicas
clásicas y tradicionales, este proyecto suena a muy novedoso y atractivo. Pero
visto desde la óptica espiritual, (Única posible en un ámbito espiritual como
es el nuestro), es sólo un método más, una mecánica más, un modo más de
entretener y procurar retener a las personas.
2- Tener un profundo desarrollo de la sanidad
interior. Recientemente salió el libro “Libres de la gente” y estoy
convencido que si logramos enseñarle a la gente como tener relaciones
interpersonales eficaces y lograr que nadie nunca más lastime su corazón,
desarrollar piel de rinoceronte, no descalificar al que lo descalifica, tener
un corazón sensible para Dios, no esperar nada de nadie, no hacer vínculos
almáticos, saber que todo el potencial para ser feliz está dentro de uno,
entonces creo que se levantará una iglesia más poderosa que la que hemos
desarrollado.
Aprecio a la Psicología como una herramienta válida
para ahondar en la vida de aquellos a quienes se desee ayudar, pero no comparto
en absoluto la concepción de una iglesia del Señor de Señores y Rey de Reyes
basa mentada en resortes freudianos o lacanianos.
Esta es nuestra experiencia en “Presencia de Dios”.
Miles de apartados y miles de miles de gente que se ha bautizado en nuestra
congregación. Han encontrado un lugar atractivo, poderosos de fe y alegría.
Aun así sabemos que hay roces, dificultades.
Alguien dijo que cuando me lastiman y me ofendo es porque eso tocó mi “talón de
Aquiles”, una herida que no fue sanada. Cuando me lastimaron en mi infancia, se
desarrolló un mecanismo que dice nunca más nadie me va a lastimar.
Y cuando alguien toca ese “talón de Aquiles”, sin
querer, inmediatamente surge una reacción de bronca de defensa y eso me tiene
que llevar a sanar mi herida del pasado. Creo que tenemos que llevar a la
iglesia a revisar nuestros “talones de Aquiles”, que el Señor nos pueda
sanar para que nunca más nadie nos lastime.
Querido Amigo, oro al Señor para que podamos
hacernos una autoevaluación sincera y profunda sin temor, romper nuestros
techos y nuestras limitaciones no para angustiarnos y sentirnos culpables, sino
para ver la Gloria de Dios en nuestras vidas y ciudades.
Es una opinión atendible y comprensible desde lo
esencial: quien la vierte es pastor, está al frente de una congregación
numerosa que crece en su número de un modo ponderable, y también es psicólogo,
conjuntamente con su esposa.
Es un trabajo que contiene diez elementos que
quiero reiterar conforme al orden y luego emitir un comentario final para
aportar ideas que te ayuden a discernir el valor de lo consensos o disensos con
el artículo en sí.
1)= Se van porque sufren maltrato.
2)= Se van por estar en una Iglesia sin Propósito.
3)= Se van porque no los dejan Servir y Desarrollar
su Don.
4)= Se van por el Legalismo.
5)= Se van por estar en Iglesias almáticas.
6)= Se van por la Falta de Interés en la Gente que
se Congrega.
7)= Se van porque han sido Disciplinados (Léase
“Cadena perpetua”).
8)= Se van por Burocracia.
9)= Se van por Pastores sin Compromiso.
10)= Se van por el Pecado Pastoral.
Son, - Efectivamente -, diez posibilidades ciertas.
Pero obsérvese que las diez, forman parte de los dictados del alma. Tanto para
decidir irse como para pensar algo para retener a los que se van. En suma: todo
esto que aquí se detalla, sucede, porque la presencia de Dios y la guía del
Espíritu Santo están ausentes.
El pastor Stamateas dice una gran verdad cuando
señala que estas son algunas de las razones, pero que indudablemente hay otras
que también hacen salir a la gente de las congregaciones. Por ejemplo, que lo
que hoy conocemos como “la iglesia”, no tiene absolutamente nada que ver con el
modelo que Dios pensó para ella.
Y por esa misma razón, una causa más que
seguramente no entrará ni en la cabeza del autor de este artículo ni de ninguno
de sus mejores consiervos: que Dios mismo lo saque de allí para poder usarlo
sin estorbos en algo diferente.
Claro, el primer pensamiento es: ¿Cómo Dios sacaría
a un hijo suyo de su propia Iglesia? Allí es donde retornamos al principio. De
donde realmente lo está sacando Dios a su hijo no es de su iglesia, sino de una
congregación, un templo, una denominación, un credo o una doctrina que tiene
muy poco o nada que ver con su propósito y voluntad.
Escrito para el pueblo de DIOS por su siervo Pastor Bernardo Stamateas
iglesiadefe@gmail.com
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