Apreciado amigo:
Los problemas que
tú tienes que afrontar, son cada día más difíciles y complejos.
Las cargas de la
vida cada día te pesan más. Las
enfermedades que atormentan tu cuerpo y las constantes preocupaciones amargan
tu espíritu. En tales circunstancias tú
debes tener a alguien para confiarle tus preocupaciones, debes abrirle tu corazón
a quien pueda comprenderte y estimularte.
Ese alguien es el Padre celestial a quien por medio de la oración tú
puedes presentarle tus problemas y preocupaciones. Debes orar.
La oración es el único medio que tienes para poderte comunicar con el Supremo
Creador.
Hoy todo está
explicado e ilustrado con respecto a la oración. Hoy toda duda acerca de la oración está fuera
de lugar. El desarrollo del conocimiento
en el campo de la electrónica te ayuda a descubrir que el aire está lleno de
sonidos e imágenes que tú puedes captar a través de receptores tales como la
radio y la televisión.
Ahora piensa. Si tú, mediante un imperfecto aparato de
radio o televisión, puedes escuchar lo que se dice y ver lo que sucede en
cualquier parte del planeta, ¿se te podría ocurrir dudar que Dios escucha lo
que tú dices o fórmulas mentalmente, siendo que su poder no conoce límites?
Dios puede
escuchar tus ruegos y los escucha con el más vivo interés. Cuando comprendas la gran importancia de la
oración, te sentirás al alcance de Dios.
Sabrás que puedes hablarle y que él escucha, y esto te da una sólida
seguridad para afrontar los problemas de cada día con optimismo y confianza.
¿De qué otra
manera podrás confesarle a Dios tus errores si no mediante la oración? Si carecieras de este recurso, si te vieras
obligado a guardar dentro de ti mismo permanentemente el secreto de tus
pecados, llegaría el momento en que su peso sería tan abrumador que no podrías
resistirlo. Pero puedes presentarle al
Señor en oración tus debilidades y errores, y si lo haces con sinceridad puedes
contar con su perdón y con su simpatía.
Cuando debas afrontar problemas, y no hay ser humano que no los tenga,
puedes hablar con Dios con franqueza, con honradez, con valentía, y él, quien
tiene profundo interés en ti y cuyo oído está atento a tus necesidades, te
concederá todo aquello que sea bueno para ti y para tu debido desarrollo
espiritual.
1.
La fe
"La oración
es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo". Pero debes hacerlo sin reservas, con plena
confianza de que Dios puede contestar tus oraciones y que quiere hacerlo. Puedes ver que la fe es un requisito
indispensable. La Biblia dice que debes
“pedir con fe, no dudando; porque el que duda es semejante a la onda del mar,
que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra” (Santiago 1:6).
¿Concibes la fe
como un asunto práctico? En las cosas
comunes de la vida, ¿tú te lanzarías a una empresa cualquiera sin tener fe en
ella? Si así fuera, terminarías siempre
en el fracaso. Pero si te lanzas con fe
y empeño, tienes todas las probabilidades del éxito. Cuando se trata de orar a Dios, la fe es absolutamente
vital. Debes saber que para Dios no hay
límite en lo que puede hacer por ti; dice la Biblia que Dios “es poderoso para
hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos,
según el poder que actúa en nosotros, a l sea gloria” (Efesios 3:20-21).
2.
Perdonar a nuestro prójimo
Otro requisito
para que tu oración sea escuchada, es que tú hayas perdonado a quienes hayan
podido faltar contra ti. El Señor Jesús
encarece este requisito diciendo: "Y cuando estéis orando, perdonad, si
tenéis algo contra alguno para que también vuestro Padre que está en los cielos
os perdone a vosotros, vuestras ofensas" (Marcos 11:25)
3.
La perseverancia
Otro requisito es
la perseverancia en la oración. Jesús
dijo que era necesario orar siempre y no desmayar. Y lo ilustró con la parábola de la viuda que
esperaba que le hiciera justicia un juez que no temía a Dios ni respetaba a los
hombres. Pero ella perseveró:
"Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque
esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me
agote la paciencia... ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que
claman a él día y noche? ¿Se tardará en
responderles?” (Lucas 18:1,4,5,7).
4.
Someterse a la voluntad de Dios
Otro requisito es
someterse a la voluntad de Dios. Jesús
dijo que cuando oraras debías decirle a Dios... "Hágase tu voluntad, como
en el cielo, así también en la tierra".
Cuando ores, no
debes suponer ni por un instante que estás cambiando la voluntad de Dios, ni
que lo haces para ablandarlo con respecto a ti.
No. El Señor no tiene otra
voluntad que la de bendecirte y es siempre misericordioso hacia ti. Lo que la oración cambia es tu corazón. Te coloca en la actitud de recibir las cosas
buenas que él puede darte y que tanto necesitas.
Te enseña a
esperar sin impacientarte. A menudo eres
como aquel que llama a la puerta de una casa y antes que los que habitan tengan
tiempo de abrirle, se dice a sí mismo: "No
hay nadie", y se va. No debes tener
la menor duda de que el Señor escucha tus oraciones y de que está dispuesto a
darte cuanto necesitas, si es que a su vez, haces cuanto puedas para facilitar
esa bendición. En otras palabras tus
obras deben estar en armonía con tus oraciones.
Cuando ores al Señor pidiendo determinada cosa, tienes que encaminar tus
esfuerzos en el mismo sentido de la oración, haciendo tu parte. El Señor nunca te concederá nada que tú mismo
no te esfuerces por obtener. Orar, para
luego cruzarte de brazos y esperar que el Señor lo haga todo, es una
equivocación. La vida, la manera como
actúas, debe ser siempre una prolongación práctica de tu oración.
Con frecuencia
pides a Dios cosas que en realidad son el deseo de tu egoísmo. Obras como el niño que se empeña en que se lo
dé o se le compre algo que más que bien, le hará mal. La Biblia dice que "pedís mal, para
gastar en vuestros deleites" (Santiago 4:3).
A veces pides una
cosa y sin embargo, el Señor te da otra.
¿Es que no ha respondido tu oración?. Él te respondió. Es verdad que no lo hizo de acuerdo con tus
deseos, pero te dio lo que necesitabas, lo que te convenía. Es muy significativo lo que te dice la
Biblia: "Y de igual manera el
Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues que hemos de pedir como conviene
no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
indecibles" (Romanos 8:26). Por
ello conviene que tu oración sea humilde y que aceptes que sea la voluntad de
Dios la que se cumpla y no la tuya.
¡Cuánta confianza
e inspiración da Jesús al decir!: "Y yo os digo: Pedid, y se os dará;
buscad, y hallaréis; llamad y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca halla, y al que llama
se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si
su hijo le pide pan le dará una piedra? ¿o si pide pescado..., le dará una
serpiente? ¿o si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros siendo malos, sabéis dar
buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el
Espíritu Santo a los que se lo pidan” (Lucas 11:9-13).
Ora a Dios con
humildad, sin exigencias. Ábrele tu
corazón sin rebuscamientos de lenguaje, con la sencillez con que un hijo le
habla a su padre. La oración después de
todo no es una formula invariable. No
consiste en que repitas de memoria, mecánicamente determinado grupo de palabras
que a fuerza de repetirlas terminan por no tener ningún significado para
ti. Recuerda que la oración, "es el
acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo" “Orad pues sin cesar” (1 Tesalonicenses
5:17). Y pídele su ayuda para que puedas
entender su voluntad a fin de cumplirla.
Y cuando se trata
de conocer la voluntad de Dios, recuerda que en ningún lugar está más
claramente expresado que en la Biblia.
Jesús dijo: "Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece
que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que
dan testimonio de
mí" (Juan 5:39). En la Biblia puedes encontrar la voluntad de
Dios revelada en Jesucristo.
Según las
instrucciones de Jesús cada vez que te dirijas a Dios en oración debes iniciar
dirigiéndote al Padre celestial (Lucas 11:1-2), y al cerrar la oración, debes
hacerlo en el nombre de Jesús (Juan 14:13-14).
La oración es un
poder para comunicarte con Dios. Él
escucha las oraciones con gran interés.
La importancia de la oración consiste en que te pone al alcance de Dios
dándote una inmensa seguridad para enfrentarte a la vida cada día con optimismo
y confianza.
0 comentarios:
Publicar un comentario