Pages

miércoles, 22 de mayo de 2013

LA ORACION




Apreciado amigo:

Los problemas que tú tienes que afrontar, son cada día más difíciles y complejos.

Las cargas de la vida cada día te pesan más.  Las enfermedades que atormentan tu cuerpo y las constantes preocupaciones amargan tu espíritu.  En tales circunstancias tú debes tener a alguien para confiarle tus preocupaciones, debes abrirle tu corazón a quien pueda comprenderte y estimularte.  Ese alguien es el Padre celestial a quien por medio de la oración tú puedes presentarle tus problemas y preocupaciones.  Debes orar.  La oración es el único medio que tienes para poderte comunicar con el Supremo Creador.
Hoy todo está explicado e ilustrado con respecto a la oración.  Hoy toda duda acerca de la oración está fuera de lugar.  El desarrollo del conocimiento en el campo de la electrónica te ayuda a descubrir que el aire está lleno de sonidos e imágenes que tú puedes captar a través de receptores tales como la radio y la televisión.

Ahora piensa.  Si tú, mediante un imperfecto aparato de radio o televisión, puedes escuchar lo que se dice y ver lo que sucede en cualquier parte del planeta, ¿se te podría ocurrir dudar que Dios escucha lo que tú dices o fórmulas mentalmente, siendo que su poder no conoce límites?

Dios puede escuchar tus ruegos y los escucha con el más vivo interés.  Cuando comprendas la gran importancia de la oración, te sentirás al alcance de Dios.  Sabrás que puedes hablarle y que él escucha, y esto te da una sólida seguridad para afrontar los problemas de cada día con optimismo y confianza.

¿De qué otra manera podrás confesarle a Dios tus errores si no mediante la oración?  Si carecieras de este recurso, si te vieras obligado a guardar dentro de ti mismo permanentemente el secreto de tus pecados, llegaría el momento en que su peso sería tan abrumador que no podrías resistirlo.  Pero puedes presentarle al Señor en oración tus debilidades y errores, y si lo haces con sinceridad puedes contar con su perdón y con su simpatía.  Cuando debas afrontar problemas, y no hay ser humano que no los tenga, puedes hablar con Dios con franqueza, con honradez, con valentía, y él, quien tiene profundo interés en ti y cuyo oído está atento a tus necesidades, te concederá todo aquello que sea bueno para ti y para tu debido desarrollo espiritual.
1. La fe
"La oración es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo".  Pero debes hacerlo sin reservas, con plena confianza de que Dios puede contestar tus oraciones y que quiere hacerlo.  Puedes ver que la fe es un requisito indispensable.  La Biblia dice que debes “pedir con fe, no dudando; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra” (Santiago 1:6).

¿Concibes la fe como un asunto práctico?  En las cosas comunes de la vida, ¿tú te lanzarías a una empresa cualquiera sin tener fe en ella?  Si así fuera, terminarías siempre en el fracaso.  Pero si te lanzas con fe y empeño, tienes todas las probabilidades del éxito.  Cuando se trata de orar a Dios, la fe es absolutamente vital.  Debes saber que para Dios no hay límite en lo que puede hacer por ti; dice la Biblia que Dios “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a l sea gloria”  (Efesios 3:20-21).
2. Perdonar a nuestro prójimo
Otro requisito para que tu oración sea escuchada, es que tú hayas perdonado a quienes hayan podido faltar contra ti.  El Señor Jesús encarece este requisito diciendo: "Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros, vuestras ofensas" (Marcos  11:25)
3. La perseverancia
Otro requisito es la perseverancia en la oración.  Jesús dijo que era necesario orar siempre y no desmayar.  Y lo ilustró con la parábola de la viuda que esperaba que le hiciera justicia un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres.  Pero ella perseveró: "Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia... ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche?  ¿Se tardará en responderles?” (Lucas 18:1,4,5,7).
4. Someterse a la voluntad de Dios
Otro requisito es someterse a la voluntad de Dios.  Jesús dijo que cuando oraras debías decirle a Dios... "Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra".

Cuando ores, no debes suponer ni por un instante que estás cambiando la voluntad de Dios, ni que lo haces para ablandarlo con respecto a ti.  No.  El Señor no tiene otra voluntad que la de bendecirte y es siempre misericordioso hacia ti.  Lo que la oración cambia es tu corazón.  Te coloca en la actitud de recibir las cosas buenas que él puede darte y que tanto necesitas.

Te enseña a esperar sin impacientarte.  A menudo eres como aquel que llama a la puerta de una casa y antes que los que habitan tengan tiempo de abrirle, se dice a sí mismo:  "No hay nadie", y se va.  No debes tener la menor duda de que el Señor escucha tus oraciones y de que está dispuesto a darte cuanto necesitas, si es que a su vez, haces cuanto puedas para facilitar esa bendición.  En otras palabras tus obras deben estar en armonía con tus oraciones.  Cuando ores al Señor pidiendo determinada cosa, tienes que encaminar tus esfuerzos en el mismo sentido de la oración, haciendo tu parte.  El Señor nunca te concederá nada que tú mismo no te esfuerces por obtener.  Orar, para luego cruzarte de brazos y esperar que el Señor lo haga todo, es una equivocación.  La vida, la manera como actúas, debe ser siempre una prolongación práctica de tu oración.

Con frecuencia pides a Dios cosas que en realidad son el deseo de tu egoísmo.  Obras como el niño que se empeña en que se lo dé o se le compre algo que más que bien, le hará mal.  La Biblia dice que "pedís mal, para gastar en vuestros deleites" (Santiago 4:3).
A veces pides una cosa y sin embargo, el Señor te da otra.  ¿Es que no ha respondido tu oración?. Él te respondió.  Es verdad que no lo hizo de acuerdo con tus deseos, pero te dio lo que necesitabas, lo que te convenía.  Es muy significativo lo que te dice la Biblia:  "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues que hemos de pedir como conviene no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles" (Romanos 8:26).  Por ello conviene que tu oración sea humilde y que aceptes que sea la voluntad de Dios la que se cumpla y no la tuya.

¡Cuánta confianza e inspiración da Jesús al decir!: "Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad y se os abrirá.  Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abrirá.  ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan le dará una piedra? ¿o si pide pescado..., le dará una serpiente? ¿o si le pide un huevo, le dará un escorpión?  Pues si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan” (Lucas 11:9-13).
Ora a Dios con humildad, sin exigencias.  Ábrele tu corazón sin rebuscamientos de lenguaje, con la sencillez con que un hijo le habla a su padre.  La oración después de todo no es una formula invariable.  No consiste en que repitas de memoria, mecánicamente determinado grupo de palabras que a fuerza de repetirlas terminan por no tener ningún significado para ti.  Recuerda que la oración, "es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo"  “Orad pues sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17).  Y pídele su ayuda para que puedas entender su voluntad a fin de cumplirla.

Y cuando se trata de conocer la voluntad de Dios, recuerda que en ningún lugar está más claramente expresado que en la Biblia.  Jesús dijo: "Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que
dan testimonio de mí"  (Juan 5:39).  En la Biblia puedes encontrar la voluntad de Dios revelada en Jesucristo.

Según las instrucciones de Jesús cada vez que te dirijas a Dios en oración debes iniciar dirigiéndote al Padre celestial (Lucas 11:1-2), y al cerrar la oración, debes hacerlo en el nombre de Jesús (Juan 14:13-14).
La oración es un poder para comunicarte con Dios.  Él escucha las oraciones con gran interés.  La importancia de la oración consiste en que te pone al alcance de Dios dándote una inmensa seguridad para enfrentarte a la vida cada día con optimismo y confianza.

iglesiadefe@gmail.com



0 comentarios:

Publicar un comentario