Salmo 93:5 - LA SANTIDAD CONVIENE A TU CASA.
Hay un “llamado” en nuestras vidas a ser
“santos, “y a perfeccionar esa santidad en el temor del Señor, sabiendo que
nuestro Padre Celestial es Santo.
Él no se conforma con nuestras oraciones,
y en nuestros cánticos de alabanza le digamos a él…Santo, Santo, Santo.
Él quiere que todos nosotros seamos
Santos, como él es Santo.
No podemos entrar a su presencia, y
verle, sin tener en nosotros mismos reflejada su Santidad.
La santidad, es acto de santificación, requieren que nos
despojemos a nosotros mismos del “viejo hombre” con todos sus vicios y
corrupción.
José tuvo que mudar sus vestidos y
limpiarse antes de entrar a ver a Faraón. ¿Cuánto más nosotros, debemos
limpiarnos de las inmundicias de nuestra vieja naturaleza, para presentarnos
ante Dios?
Tenemos en Cristo una “nueva vestidura”,
limpia y resplandeciente. ¿Qué esperamos para despojarnos de nuestros
“harapos”, y vestirnos de su hermosura, a fin de presentarnos ante Dios en la
hermosura de la Santidad?
La vestidura de Cristo es la PALABRA; “EL
VERBO”, es su naturaleza divina, que “era” en el principio con Dios, Dios el
Padre “vistió” toda la Creación y lo bendijo, y la “cubrió” por medio del Verbo.
Dios el padre lo cubrió todo en SU
SANTIDAD.
Sed Santos como yo soy Santo, no es solo
un consejo divino más; es una “afirmación creadora”, similar a la que hizo
cuando dijo: “sea la Luz, y la Luz fue”.
Él sabe que en nosotros no puede haber
Santidad, a menos que por medio de su PALABRA que es EL VERBO, que es SU HIJO,
él la “cree” en nosotros.
La Santidad nunca estará en nosotros a
menos que Dios el Padre, “LA CREE” en nosotros.
Es por eso que llegamos a ser por medio
de él “nuevas criaturas” salvadas por “Gracia”. Hechos a su semejanza Santa,
sabiendo de antemano que no podemos ser Santos por nosotros mismos, pues la
Santidad es Don de Dios. No se puede conseguir por “obras”, para que nadie se gloríe. Porque somos
“hechura suya”, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2: 8 al 10).
Podemos entonces concluir diciendo que la
voluntad de Dios es nuestra Santificación (1ª Tesal. 4: 3). ………Pues no nos ha
llamado Dios a inmundicia, sino a Santificación (1ª Tesal 4:7).
Padre Santo, Tú que en el principio
dijiste: “sea la Luz”, y la Luz fue, haz que ahora, en este tiempo salgan Palabras
Poderosas que quiten de nosotros las inmundicias y nos revistan de tu HERMOSA
SANTIDAD. Haz ¡oh Dios!, que por medio de
tu VERBO, que es tu Santo Hijo Jesús, seamos completamente limpiados y
restaurados para ser UNA CASA , una morada en la que tú que eres SANTO, SANTO,
SANTO, te gloríes, y habites para siempre. Amén.
Es verdad que debemos ser santos, que somos
llamados a santidad, que debemos lograr santificación en el temor de Dios...
pero... No confundir santidad con perfección...
Es cierto, la santidad viene de parte de
Dios;... pero... ¿qué es santidad? La
santidad, la podemos resumir en breves palabras, como el acto de ser apartados
para Dios; para los usos de Dios, es decir... apartados del mundo para Dios,
aún imperfectos, faltos, humanos, pero apartados para Dios, viviendo conforme a
la voluntad de Dios, conforme al espíritu y no a la carne...Efectivamente, la
Santidad viene de parte de Dios, es un "Don de Dios".
Dado que la Santidad es algo que tiene que
ver con la "naturaleza" de Dios, difícilmente la podemos resumir en
breves palabras como tú dice.
El acto de ser apartados para Dios, no
puede en sí mismo hacernos Santos. Hay muchos sacerdotes "apartados"
para Dios, que han sido sorprendidos como homosexuales y pederastas, y eso no
es la Santidad.
La Santidad requiere un cambio de
naturaleza, abandonar la vieja naturaleza carnal con la que hemos venido a este
mundo; y eso no podemos producirlo por nosotros mismos, pues ya queda claro que
es Don de Dios. Ó recibimos de Dios (por gracia) esa naturaleza Santa, o jamás
lo seremos por mucho que nos apartemos del mundo.
Es cierto que nuestra naturaleza carnal, pecaminosa y caída,
somos "imperfectos", "faltos", "humanos", pero
aunque nos apartemos para Dios, si lo hacemos con las imperfecciones de esta
naturaleza "caída", jamás llegaremos a ser Santos, por muchas obras
que hagamos y por mucho que nos esforcemos en serlo.
Si vivimos conforme a la voluntad de Dios,
debemos "morir" a la carne, pues nunca llegaremos a ser Santos por
medio de ella. Vivir en el Espíritu, requiere ser bautizados en el Espíritu, es realmente
por medio del Espíritu que podemos hacer morir las obras de la carne. El Espíritu, de Dios es SANTO; Y es por medio del Espíritu
Santo que llegamos a ser "participantes" de la naturaleza Divina,
como lo dijo escrito el apóstol Pedro en su 2ª carta, capítulo 1:4.
Y concluyo diciendo que si sobre nosotros
Dios derrama su naturaleza Divina, o sea su Espíritu Santo, y dejamos que él
nos guié nunca más seremos "imperfectos", nunca más
"faltos", nunca más "humanos", porque si su naturaleza
Divina está en nosotros, ..." seremos semejantes a él, porque le veremos
tal como es él. Y todo aquél que tiene ésta esperanza en él, es puro, así como
él es puro.
Si tenemos sobre nosotros la naturaleza
divina ¿entonces que somos?
La respuesta la da el Señor Jesucristo en
el evangelio de Juan capítulo 10: 35 y 36.
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