Apreciado
amigo:
Las escenas
que tú observas a diario y que aún experimentas tú mismo, producen en ti una
profunda impresión, y en estos incidentes cotidianos tu mente levanta las
intrigantes preguntas ¿Por qué existen las dolencias físicas, mentales? ¿por
qué el sufrimiento y la angustia me agobian a mí, a la humanidad entera, y sobre
todo muchas veces a seres inocentes?
Notarás que
tú mismo te sientes atrapado por la tribulación de la cual es víctima está
desesperada sociedad en que vives. El
vicio hace cautivos a los seres humanos, destrozando sus vidas, destruyendo sus
conciencias, deshaciendo los hogares, manchando la existencia del ser humano
que fue creado en un comienzo a la imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26).
La desgracia
y la miseria mantienen en opresión a los seres humanos y han convertido este
mundo en un inmenso lazareto, en un oscuro valle de lágrimas. Las garras de la muerte, las injusticias
sociales y las tiranías que te agobian y te enlutan, te envuelven en una
mortaja de sinsabores y aflicciones.
Frente a
este panorama, tú como persona reflexiva puedes plantearte la pregunta
inevitable: ¿Por qué existen el mal y el sufrimiento en el mundo? Este es uno de los problemas más agudos que
se imponen a tu conciencia. ¿Cómo
conciliar esta tragedia con la idea de un Dios, amante, misericordioso?
Sólo la
Biblia te puede explicar los grandes porqués de la vida.
Al rastrear
la historia del proceso de la creación, la Biblia te revela que Dios hizo un
mundo perfecto. Que después de haber
dado sus toques finales observa su obra y experimenta un profundo
contentamiento, "Vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno
en gran manera" (Génesis 1:31). Del hombre dice que lo creó "a su
imagen y semejanza" (Génesis 1:26).
Dios es
inmensamente bueno. En esencia,
"Dios es amor" (1 Juan 4:8). Y
un Dios que es amor formó a un hombre "recto" (Eclesiastés 7:29), o perfecto, para que
cuanto más tiempo viviera, más plenamente reflejara la perfecta imagen
divina. Y en esta perfección estaban la
felicidad, la ausencia del dolor y el sufrimiento.
iglesiadefe@gmail.com
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